La vida es una larga curva. Mientras la recorremos aprendemos a mantener el control entre el volante, el acelerador, los frenos. Aprendemos a lanzar miradas fugaces por los retrovisores, a mantener la mirada al frente a través del parabrisas. Entendemos que si miramos demasido por los retrovisores corremos el riesgo de estrellarnos, pero si nunca los usamos también.
«Al buen entendedor, pocas palabras».