Lo bueno, lo malo, lo lindo, lo feo

Lo buenolo malolo lindolo feo

Esta va a ser una entrada muy sincera. No es que me cueste la sinceridad. Normalmente lo soy, pero lo usual es que uno elija los temas menos escabrosos, por así decirlo. Hoy he elegido un tema difícil, emocionante, pero difícil. Será un post escrito con crudeza y nostalgia a la vez; con decepción y esperanza, porque la decepción y la esperanza pueden convivir en paz y sin excluirse mutuamente.

He elegido mi tema más temido, el que toca fibras tensas y emociones profundas. En los próximos párrafos escribiré algo así como una confesión: Lo bueno, lo malo, lo lindo y lo feo que ha sido fundar mi iglesia, Interludio.

LO BUENO:

La sabiduría de la vida consiste en eliminar lo que no es esencial – Lin Yutang

Con solo 3 frases elocuentes, necesarias, pegajosas y consistentes con la idea de iglesia que albergábamos mi esposa y yo, nació Interludio, una iglesia rara, con un nombre muy raro, con algunas ideas bastante inusuales.

  • No se admiten personas perfectas.
  • En lo esencial estamos de acuerdo, en lo no esencial tenemos libertad.
  • Somos naturalmente sobrenaturales.

(Para una explicación de las 3 frases véase http://www.interludio.org/la-comunidad/nuestros-valores)

Los primeros días fueron tan emocionantes y frenéticos que no nos dábamos cuenta de todo lo que estaba sucediendo. Personas de todas partes, de todos los trasfondos, con historias tan diversas como pudiéramos imaginar, venían sin parar. Primero a las reuniones en nuestra casa, luego a todos los salones, hoteles, locales o edificios en donde nos reunimos, en un periplo intenso e infinito. Como una comunidad en éxodo, en busca de una tierra prometida, pasábamos de local en local conforme íbamos creciendo. ¿Qué fue lo mejor de aquellos días?

  • Amistad.
  • Mística.
  • Milagros.
  • Sensación de no tener fronteras ni límites.
  • Vidas cambiadas.
  • Católicos y evangélicos reconciliados.

Prácticamente todo lo que nos proponíamos lo lográbamos. ¿Un nuevo local? ¡Allá íbamos! Actuábamos no como un ejército (nunca me ha gustado la comparación de la iglesia con un ejército, destinado a matar), sino como una delegación de Rescate de la Cruz Roja o como una pandilla grande de bomberos. Todos con una entrega total. Fueron tiempos en que todo parecía el lanzamiento de un gran transbordador espacial. Toda esa fase en la que los motores del transbordador están acelerados hasta no dar más, fuego, humo, potencia extrema, todo a la espera de la anhelada elevación. Y así sucedió, no tuvimos un solo día en el que no viéramos la mano de Dios, veíamos cómo la visión se iba desarrollando con una velocidad vertiginosa.

A esta etapa siguió otra de toma de decisiones, de multiplicación de ministerios y mayores responsabilidades. La emoción no se marchaba nunca, teníamos la sensación de estar haciendo historia, de vivir una historia irrepetible, en un momento irrepetible. Todos queríamos estar dentro del ojo del huracán, pagar el precio y disfrutar el dolor, como un buen corredor cuando entrena ¡Si no duele no sirve!

Con Interludio se abrieron las puertas. Decenas de personas de otros países nos escribían pidiendo información, expresando su anhelo de unirse al movimiento. Pronto vimos cómo desde Chile, hasta México, otros grupos empezaban a utilizar nuestros slogans, nuestras ideas, nuestro modelo. Fue cuando nació otro Interludio, esta vez en México. Gracias a Walter y Doris que, junto a un grupo fabuloso de visionarios, se lanzaron a la aventura de iniciar una iglesia sui géneris. Se abrieron las puertas en la radio. Un micro programa diario en el que podíamos expresar nuestras ideas y nuestra fe. Aquí debo agradecer a Marco Brenes y a Life FM por abrirnos los micrófonos.

También rompimos esquemas en términos de ministerios «extra muros». Un ministerio que agrupaba deportistas inició con tanta fuerza que explotó a los pocos meses. Nació entonces Deportistas Interludianos, que luego pasó a ser el exitoso ministerio Deportistas con Propósito. Aquí debo reconocer y agradecer el liderazgo de Michael y Marianela, fundadores de Interludio y gestores de este modelo que ha roto marcas en muchos sentidos.

Ver parejas casándose ¡por fin casándose! después de no encontrar la salida a su noviazgo católico-evangelico, ha sido maravilloso. Interludio ha formado familias nuevas, familias de reconciliación, basadas en la fe en Cristo y en el amos bíblico.

Pero no todo fue «paz y amor». Aquí les cuento la contraparte.

LO MALO:

Nunca permitas que el éxito se te suba a la cabeza, nunca permitas que el error baje al corazón – Anónimo

Venía tanta gente, y tan diversa, y éramos tan inexpertos entonces; las cosas pasaban tan rápido y necesitábamos cada vez más líderes y voluntarios, que empezamos a tomar malas decisiones.

Pero antes de hablar de esas malas decisiones, quiero comentarles de ciertas decisiones previas, que quizás valga la pena sacar del baúl de los recuerdos.

En primer lugar tengo que decir que yo era pastor de otra iglesia. A La Viña del Este le debo tantas cosas. La plantamos junto a mi papá y a un grupo de personas soñadoras y dedicadas. En ella vi cómo la mano de Dios puede provocar olas que lleguen a otros continentes. Laura y yo teníamos planeado iniciar Interludio, Dios nos había puesto en el corazón hacer algo por todas aquellas personas que no querían visitar una iglesia, por buena que fuera. Pero durante los meses en que Laura y yo conversábamos y soñábamos, algo sucedió en nuestra iglesia (entonces era La Viña) y nos rompió el corazón. Dos parejas, que en ese entonces dirigían el ministerio para parejas, nos hirieron profundamente. En el proceso nos herimos mutuamente. Hubo malos entendidos, enfrentamientos, dolor, chismes, injusticias y, finalmente, mi renuncia a la iglesia.

Mi primer error fue iniciar Interludio con un corazón dolido y herido. Interludio nació solitario, aislado, como un niño huérfano que aprende a caminar solo, que aprende a hablar solo, que aprende a comer solo, y que, por supuesto, no todo lo que se aprende solo, se aprende bien. Dije que sería sincero, escribo esto con algunas lágrimas y confieso que ese ha sido un tramo amargo de mi vida ministerial y que sufrimos muchas personas. Hoy por primera vez hago público que he perdonado absolutamente todo y que, una vez más, pido disculpas por mis errores de entonces. La Viña es a mi ministerio lo que la casa de mis padres es a mi matrimonio. La Viña es mi iglesia, mi casa, tanto como lo es Interludio.

Éramos jóvenes e inexpertos, aunque eso no lo justifica todo. Iniciamos sin un sueldo, pasamos malas noches y muchos temores económicos. Ese fue mi segundo error. Y aunque Dios ha sido fiel, no volvería a iniciar de esa manera. Pronto vinieron las situaciones que no supimos resolver. De todas esas situaciones quiero elegir la que más nos ha marcado como iglesia y como personas.

Deportistas con Propósito había crecido mucho y muy rápido. Llegaron los retos de la iglesia y no supe, como pastor, mantener cohesionado todo lo que sucedía. Cometimos errores de adolescentes que nos costaron lágrimas y el distanciamiento de personas que amamos profundamente. La iglesia se rompió en dos. Ese fue mi tercer gran error. Hoy lo haría todo distinto. Desde este párrafo quiero asumir mi responsabilidad en todo lo que sucedió y quiero pedir disculpas. Deportistas con Propósito era sangre viva que hacía saltar a todo Interludio. Ya volveré sobre este tema más adelante.

LO LINDO:

El éxito no es el final. El error no es fatal: el coraje de continuar es lo que cuenta – Winston Churchill

A pesar de todas esas notas que no precisamente sonaban a canciones de «peace and love», continuamos trabajando y soñando. Nuevos retos y nuevas personas. Aquellos matrimonios que habíamos empezado, siendo tan jóvenes, ahora esperábamos bebés y el ritmo de nuestras vidas estaba por cambiar por completo.

Conservo cientos, sin exagerar, de correos y mensajes, provenientes de personas que conocieron el amor de Dios en alguna de nuestras actividades. O personas que recobraron la esperanza, la alegría, matrimonios que se reconciliaron y escaparon de la tragedia del divorcio. O esos mensajes de personas que fueron decepcionadas por las iglesias, que no fueron aceptadas por sus ideas, preferencias sexuales o personalidades. A veces hago recuento y leo esos mensajes, se me pone la piel de gallina y agradezco al cielo la oportunidad que me dio de fundar una iglesia como Interludio.

Ha sido lindo ver la influencia que hemos podido ejercer en muchos lugares, muchos ministerios y muchos países. Ha sido lindo saber que sacerdotes católicos abiertos nos recomiendan, junto a pastores no legalistas.

Ha sido lindo, con el pasar del tiempo, ver a los ojos de mis hermanos Michael y Nela y volvernos a reconocer lo que nunca dejamos de ser. Una amistad fuerte que sigue soñando con hacer las cosas diferentes para entregar mejor el amor de Dios a todas las personas que podamos. Ha sido lindo poder ver a Michael predicando de nuevo en Interludio y ha sido lindo haber sido invitado a predicar a Deportistas con Propósito. Ha sido lindo sabe que caminamos juntos de nuevo, que hay una fuerza que nos hermana y que soñamos juntos.

Ha sido lindo ver todo lo que ha sucedido desde entonces en México. Ver a Walter y a Doris tener éxito, ver los frutos tan maravillosos, verlos crecer y tomar las riendas del Movimiento de La Viña en México, como Director Nacional. Cosa impensable en los primeros años de Interludio, cuando muchos nos veían como «hermanos separados» de La Viña.

Ha sido lindo caminar con el Staff durante tantos años. Juntos en las buenas y en las malas. Verlos casarse y casarlos yo mismo. Verlos tener hijos y ha sido lindo saber que son tan esforzados y comprometidos que, incluso, en mis momentos más débiles, redoblan su fuerza y mantienen la velocidad del Transbordador espacial.

LO FEO:

When you have exhausted all possibilities, remember this: you haven’t – Thomas Edison.

En medio de tantas cosas que sucedían, nació Santiago, nuestro primer hijo. Su nacimiento supuso una bomba atómica para nosotros como pareja y, por ende, para la iglesia en su totalidad. Nació con muchas dificultades que arrastra hasta el día de hoy. Pronto nos dimos cuenta que ya no podríamos recibir gente en nuestra casa, no podríamos salir tanto, no podríamos dedicar tanto tiempo a la gente, nuestro hijo nos necesitaba. Santiago debe colocarse en los apartados «lo bueno» y «lo lindo», pero también en «lo feo», por las dificultades que nos trajeron sus malformaciones congénitas.

No ha sido facil combinar el pastorado, con las exigencias ineludibles de la vida de un hijo que necesita la misma energía que requirió Interludio al nacer. Santiago necesitaba y merecía que sus dos padres volvieran a las andadas y encendieran los motores de un gran Transbordador espacial, a toda potencia, sin concesiones, lanzar fuego, humo, potencia, fe, esperanza, tiempo, dedicación, para verlo moverse hacia arriba. Al principio creímos que serían unos meses, luego pensamos que todo mejoraría en un año, luego supimos que nuestra paternidad tipo NASA era para toda la vida.

También fue difícil, desde el inicio, todos los ataques de las iglesias tradicionales. Las incomprensiones y legalismos. Las etiquetas «Pro»lo que sea,  o «Light» o «No son Viña» o «Son ecuménicos». Los dardos venían desde ambos lados, desde los católicos más conservadores por una parte, y desde los evangélicos legalistas, por otra parte. Descalificaciones y señalamientos. No ha sido fácil volver a buscar el alma de Jesús en esas frases, como la que le dijo a la samaritana: «Tengo sed», en la que simplemente rompe todos los esquemas religiosos, legalistas y todas las ideas que construyen la prepotencia cristiana en muchos aspectos. Nosotros hemos aprendido de Jesús que también tenemos sed y que quien está al frente puede ser de otra religión (como la samaritana), puede ser de otro género, de otro país, considerado enemigo e incluso, puede llevar una vida considerada pecaminosa (como la samaritana).

He tenido ganas de renunciar una o dos veces al año. Aunque esto no me pasa solo a mí sino a todos los pastores. Es difícil saber que Interludio necesita una resurrección, un nuevo capítulo y volver a encender los motores del Transbordador espacial con toda la energía, amor, pasión y esperanza.

¿Podremos?

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