Nací en una familia de pastores y misioneros. Esto, más allá del azar del destino, creo que ha sido una de esas interesantes ideas de Dios.
Crecí viendo a mi papá en un púlpito, siempre digo que mis primeros recuerdos podrían remontarse a las bancas de madera de las «campañas», donde me quedaba dormido mientras que el estertor de la música o las predicaciones de evangelistas invitados cumplían su función a muchos decibeles.
A lo largo de todos estos años he podido conocer y escuchar, sin exagerar, a cientos de predicadores. Desde los más gritones, hasta los más aburridos y pausados. A todos les debo mi respeto y de todos he aprendido algo (contando lo que no quiero hacer en mis predicaciones).
Y es que pareciera que antaño alguien muy influyente convenció a varias generaciones de que el secreto de la predicación poderosa era pasar unos 45 minutos pegando gritos, palmadas, y hasta manotazos en el púlpito. En alguna época remota alguien confundió el poder de la palabra con el poder de los decibeles.
Déjenme hoy mencionar 4 estilos de predicadores
1. Estilo trágico.
La risa también es una muy buena maestra. Y es sabido que es más fácil hacer llorar que hacer reír. Dice Juan Antonio Vallejo-Nájera que el público puede tolerar bien los defectos y la torpeza en la oratoria, también la timidez y hasta los lapsus. Pero hay dos cosas que no perdona: la antipatía y el aburrimiento.
Juan Calvino era considerado un buen teólogo pero un pésimo predicador. Su figura era triste, su vestimenta era triste, su voz era triste y, claro está, su predicación era triste. Muchos han confundido la seriedad del mensaje con la tristeza de la forma. El mensaje es serio, pero es el mejor mensaje que existe y no puede más que causar alegría infinitas a quien lo escuche. Algunos piensan que los chistes en el púlpito son de mal gusto e irrespetuosos. Lo cierto del caso es que si estas son «Buenas Nuevas» no pueden ni deben ser tristes ni trágicas.
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2. Estilo del santurrón.
La santurronería es el refugio de los incompetentes. Este estilo lo utiliza quien ha olvidado que el predicador no es el mensaje, sino solo el mensajero. Es un estilo narcisista que procura impresionar, atraer la admiración hacia su persona. Es también un estilo muy poco humilde. Los predicadores que usan este estilo pretenden hacer creer que son más santos que los demás y ponen el listón muy alto. Es, por lo demás, el estilo fariseo por antonomasia. Utiliza palabras con un aire sacro y se acomoda en el púlpito como un maestro de la santidad, consagración y pureza.
Con frecuencia contrastan su «perfección» con la de otros predicadores que han «caído» en pecado o que humildemente toman el micrófono para contar sus fisuras, temores y debilidades (como las se todos). También evitan utilizar historias, música, ejemplos, o películas «no cristianas» en sus predicaciones.
En muchas de las obras más famosaas de ‘El Greco» el pintor utilizó a los «locos» de un manicomio de Madrid como sus modelos. Algunas de esas pinturas representan a los Apóstoles e incluso a Jesús. El mensaje del Evangelio está en la pintura, aunque sus modelos no necesariamente hayan sido en toda su vida, modelos de santidad.
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3. Estilo aguachacha
Es una forma de predicación en la que se aglutinan decenas de frases «cliché» que ya muchos otros han repetido. Utiliza posturas de otros predicadores y en la que todo lo que dice , lo han dicho ya hasta el hartazgo, es decir: no tiene nada que decir.
Son sermones cargados de estribillos, citas de otros autores, con cada palabra memorizada y repetida robóticamente.
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4. Estilo prepotente
Soluciones absolutas, en un tono de sabiduría infinita. Con este estilo muchos predicadores suelen regañar a quienes los están escuchando. Su voz profiere respuestas absolutas para todo. Dicta soluciones faciles para problemas complejos: ore más, crea más, no peque, consagrese, busque su rostro, ayune, venga al culto, diezme… entre las más usadas.
El estilo prepotente predica sobre una vda irreal, con soluciones irreales imposibles de aplicar.
(ver enlace porque se ha desactivado la opción de insertar: http://www.youtube.com/watch?v=EbjrPXEu_UU)
Busquemos predicar con naturalidad, prediquemos sencillamente, como lo hacía Jesús, entendiendo que quienes nos escuchan merecen un mensaje respetuoso, pero alegre, con lágrimas a veces, pero con humildad y que comprenda que no es fácil, la vida no es sencilla y la vida cristiana tampoco lo es.
Recomiendo el material del Dr. Rubén Gil titulado «Hacia una predicación comunicativa, aplicando las técnicas periodísticas al púlpito», del cual he extraído algunas de las ideas expuestas en esta entrada.
Pablo, cuando hablamos de métodos y estilos, es evidente que cada persona aportará su propio estilo porque es un reflejo de su personalidad y su carácter, que además estará condicionado a los dones que tenga. Pero cuando se comienza a perder la genuinidad por inseguridad, por aparentar algo que no se es, o imitar a otros (sobre todo, aquellos que gozan de «renombre» y «fama»), nos estamos traicionando y engañando a nosotros mismos. Me «punza el hígado» en gran manera cuando se utiliza a un niño o adolescente para que «imite» a los adultos en el estilo de predicar (como en los vídeos). . Esto lejos de representar una verdadera participación y protagonismo de la niñez, algo que hace falta en estos tiempos, más bien se convierte en una vil manipulación. No niego que Dios pueda usar a menores de edad, pero se nota que dichos menores han sido coaccionados a comportarse así, con frases y slogan que no son de ellos mismos. La prueba está en que cuando se bajan del púlpito y se quitan el saco y la corbata, estoy seguro que no se siguen comportando como «pequeños adultos», sino como genuinos niños que juegan con carritos. Aquí la culpa la tienen los adultos quienes están cayendo en manipulación y abuso espiritual de los menores.
Así es Alexander. Los estilos están relacionados con la personalidad. También es importante que nuestra personalidad no sea un tropiezo para la comunicación, es muy importante trabajar para mejorar nuestra forma de hablar, de comunicar,incluso al escribir. También concuerdo con tus comentarios acerca del «niño predicador» los adultos tiene la responsabilidad entera.
Hola Jose, mi más sincera enhorabuena,….las descripciones han sido muy claras, y sencillas y sobre todo muy sinceras,me ha encantado este articulo.
Felicitaciones por la mejoría de Santi., Dios es lo máximo.
Además te quería comentar algo que se me vino a la mente mientras estaba leyendo tu articulo,…debemos leer la biblia entendiendo lo que estamos leyendo, muchas veces escuchamos predicaciones y leemos la biblia y tenemos palabras que la supones con un significado, ( a veces erramos en nuestra suposición) .asociamos biblia con diccionario bíblico.( los diccionarios de la real academia de la lengua son de mucha ayuda),
Bueno Jose, un abrazo fuerte desde España. un beso para Santi y Lau …..y por favor sigan orando por nosotros.
Muy buen análisis, este post no ayuda a entender algunos errores que cometemos muchas veces los que nos paramos al frente a dar un mensaje. Gracias Jose, excelente aporte!!!