Ser padre es una carrera que se vive al revés.
Todo inicia en la meta. Todos vitorean ese día, tu corazón bombea como nunca. Van y vienen los abrazos y felicitaciones. Brindis, fotos y videos. Los nuevos padres han llegado a la meta, el bebé ha nacido.
Ese día todo huele a triunfo, a trofeo y a sueño cumplido. Es la satisfacción del llegar, es la promesa cumplida, es la sonrisa de los esposos que se dicen: «lo logramos».
La meta de la noche es la aurora de un nuevo día, que apenas comienza.
La meta de la palabra es dejar los labios para emprender el camino, incierto.
Entonces, una vez alcanzada la meta de la nueva vida, iniciamos el entrenamiento.