Hace algunos meses nos enteramos que nuestros vecinos del frente habían traído unas cuantas ovejas. Lo que más nos llamó la atención fue saber que estaban preñadas y que pronto podríamos ver las ovejitas recién nacidas.
Esta mañana, muy temprano, visité a nuestros vecinos esperando ver a las ovejas. Entre todas vi unas gemelas que emitían balidos persiguiendo a su mamá. Me encantaron. Su vulnerabilidad y sus balidos provocaron un sentimiento de ternura, pero lo que más me llamó la atención fue su color. No eran como las que siempre vemos en fotos, libros o películas, no eran ni ovejas blancas ni ovejas negras: eran color café.
Durante todo el día me he sentido identificado con ese par de pequeñas ovejas. Normalmente se asocia a la oveja blanca con la que es «normal» o la que actúa como debe ser; por el contrario, se identifica a la oveja negra como la que no actúa «como debe ser.» Hemos sido enseñados a actuar en concordancia con la generalidad. De alguna forma hemos aprendido que lo «normal» es lo bueno por el simple hecho de ser lo más común. Ese pensamiento nos hace ver como malas o sospechosas a las personas que no actúan, piensan o viven como el común de la gente.
En la iglesia sucede exactamente lo mismo. La mayoria de las iglesias procuran fomentar un pensamiento único, un modo de vivir bien demarcado y establecido y una forma de creer determinada. Todo aquél que piense, actúe o crea diferente es sospechoso. En Inglaterra durante el final de la Edad Media se creía que las ovejas negras eran señal de la presencia del diablo. Todo lo que resulte fuera de lo común llama la atención y reta a las estructuras eclesiásticas. El reto de pensar, de ser crítico es visto como falta de fe e incluso como obra del enemigo. Se estimula al creyente a no hacer las preguntas más acuciantes, a creer «a ojos cerrados» y a repetir fielmente el castillo de naipes que constituye la fe general. Y en este punto podemos aplicar lo que en psicología se llamaría el «efecto oveja negra», que es la tendencia de un grupo de tratar a un miembro de su propia sociedad en una forma más severa, basándose en un comportamiento presuntamente negativo por parte del individuo.
Pero estas ovejas no eran ni negras ni blancas. Esto bastó para cautivar mi mente durante todo el día. Y es que creo que todos somos ovejas café. Ninguno de nosotros es una oveja blanca y, supongo, que ninguno de nosotros tiene un corazón negro completamente. Todos luchamos con nuestras debilidades y todos pecamos todos los días (1 Jn. 1:8). Me confieso «oveja café». Peco y tengo partes negras con las que lucho todos los días, pero al mismo tiempo tengo muchas partes que ya han sido «blanqueadas» por Dios. Soy exactamente como se describe Lutero a sí mismo: «simul iustus et peccator; peccator in me, iustus in Christo» es decir: Justo y pecador al mismo tiempo; pecador por mí causa, justo por la causa de Cristo.
Finalmente, como oveja café que soy, no me conformo con las explicaciones más comunes ni con las lecturas básicas de la Biblia. Cuando algo hace saltar una duda en mí al leer la Biblia, sigo haciendo preguntas incansablemente. Eso me pasó al leer el salmo 23 (como una oveja café). Resulta interesante que la palabra «nada» en hebreo es ל א que literalmente significa «no». Una traducción más apegada al hebreo se leería así: «El Señor es mi Pastor, no me faltará». Y hay una diferencia enorme entre decir «nada» y decir «no». La palabra «nada» hace énfasis en las cosas, mientras que cuando decimos «no» me faltará, el acento está en que el que no nos faltará es el mismo Dios. Y esto cambia todas las cosas.
El próximo sábado profundizaremos este punto de una forma relavante en nuestra comunidad Interludio (en la que todos somos ovejas café).
Me parece muy sano reconocernos como ovejas cafés. Esto mantiene en perspectiva mi lucha diaria y mi relación horizontal con mi prójimo. Desconfió de aquellos que predican creyendo ser ovejas blanquísimas y todos aquellos que no se ajusten a sus paradigmas son, por definición, ovejas negras. Sobra decir cuál es el sitio a dónde mandan a «residir» este tipo de ovejas disidentes….
Maravillosa experiencia y más aún la manera de aterrizarla a la realidad. Estoy emocionado de reconocerme como una de esas ovejas café. Lo cual me ayuda a entender esa mezcla de colores que también vive en nuestro interior. Una vez más gracias Jose, siempre muy puntual y reflexivo en tus publicaciones!!!
Maravillosa historia que hermosas ovejas!!!! Que linda historia!!!!
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